No olvides quien eres!

jueves, 15 de noviembre de 2012


ÉXODO 11:4-7

4 Y dijo Moisés: Jehová ha dicho así: A la media noche yo saldré por medio de Egipto, 5 Y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras la muela; y todo primogénito de las bestias. 6 Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca fué, ni jamás será. 7 Mas entre todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua: para que sepáis que hará diferencia Jehová entre los Egipcios y los Israelitas.


INTRODUCCIÓN

A. Cuando Dios trajo la última plaga sobre Egipto, quiso que los egipcios y los israelitas vieran y recordaran que Él había hecho diferencia entre las dos naciones.

B. Para llegar a donde queremos ir, es importante que entendamos correctamente quiénes somos.

I. Es producto del polvo de la tierra, pero también un hijo del Rey.



A. Entender nuestro origen debería ser suficiente para mantenernos humildes (Génesis 18:27; Salmos 103:13-16; Eclesiastés 12:7).

B. Entender nuestra herencia debería ser suficiente para darnos valor (Hechos 4:13; Hebreos 10:19-20; 1 Juan 4:17).

C. Cuando se sienta impotente de hacer la voluntad de Dios, recuerde que es Su hijo pero que también es un “vaso de barro” (2 Corintios 4:7).

II. Es un pecador, pero también un santo.



A. El hombre que declara no tener pecado es un mentiroso y se engaña a sí mismo (Salmos 14:1-3; 1 Juan 1:8-10).

B. Sin embargo, como adoradores del Dios verdadero, no podemos continuar en pecado (Romanos 6:1-7; 1 Pedro 1:14-16; 1 Juan 3:9-10).

C. No debemos pensar que tenemos licencia para pecar debido a que todos han pecado (Romanos 3:23).

III. Está muriendo en la carne, pero es indestructible en el espíritu.



A. Como criaturas hechas de carne, la muerte es algo inevitable que debemos considerar (1 Reyes 2:2; Salmos 39:5-6; Eclesiastés 8:8; Hebreos 9:27).

B. Sin embargo, como seres que hemos sido creados a la imagen de Dios, somos inmortales y ocuparemos uno de dos lugares por toda la eternidad (Job 14:7-14; Mateo 25:46; Juan 5:28; Gálatas 6:8).

CONCLUSIÓN

Como hijos del Dios Altísimo, ¡nunca debemos permitirnos, bajo ninguna circunstancia, olvidar quiénes somos!

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